lunes, 22 de septiembre de 2014

Cadena de microrrelatos, semana III


Tercera semana de concurso. Tras mi primera derrota en batalla, decidí volver a intentarlo. La guerra es larga...

La frase de inicio, extraída del relato ganador de la semana anterior era: "Deberías airearte un poco". Esta fue mi propuesta:



El pájaro sin alas

<<Deberías airearte un poco>>, el doctor se compadece de mí. Inútil. Aunque quizás tenga razón. Sí, la tiene. El aire acallará mis problemas, el mundo enmudecerá. ¿Qué puedo hacer yo?. Nada. Mi pequeño jamás regresará del limbo en el que duerme día tras día. Sueña con los pájaros, postrado en su camilla blanca. <<¿Puede un hombre volar?>>, solía preguntarme él. Niños... fantasean con lo hermoso e imposible ¿verdad?. Me llama. El viento sopla mi nombre en lo alto del edificio. Miro abajo, las calles siguen encauzando vida, lejana, pero cada vez más cerca, mientras la brisa acaricia tiernamente mi rostro... ¿puede un hombre volar?

FIN



Debo confesaros que mis expectativas para alcanzar al menos la ronda final eran elevadas. Visto el resultado... he de suponer que me devora por dentro la más negra de las soberbias.





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El microrrelato "El pájaro sin alas" por Óscar Gende Villar, así como todo el contenido de este post, se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.

Cadena de microrrelatos, semana II



Hace cosa de tres semanas, la Cadena SER en colaboración con Escuela de escritores abrían paso a la VIII Edición de Relatos en Cadena.

El reto, contar tu propia historia en no más de cien palabras, usando como frase inicial la última que cierra el relato ganador de la semana anterior.

Me pareció interesante probar la experiencia, así que me decidí a participar. Por cuestiones de tiempo, no he podido entrar en la primera ronda, pero sí en la semana dos.

La frase con la que debía empezar era "Como un bigote a lo antiguo debajo de la nariz". Mi mente enferma se puso manos a la obra. Esta fue mi propuesta para el concurso:


Mañana

Como un bigote a lo antiguo, debajo de la nariz y asida al labio, aquella madera travesera permaneció unida a la boca del muchacho, aún el día de su muerte, bajo la sombra de un roble.
Arusa le había obsequiado, con gran sacrificio para tan paupérrimo bolsillo, aquella flauta de la que tan encaprichado estaba. Ella anhelaba de corazón, escucharlo. Ser besada por su música. Sentir su cariño.
- Mañana…- decía él un día tras otro.
La muerte se la llevó sin avisar. Jamás pudo escucharlo. Él, afligido, lloró y tocó para ella, durante días, sin sosiego, al pie de su tumba, bajo la triste sombra de un roble marchito.

FIN



Para mi desgracia, no he resultado elegido como uno de los tres finalistas, ni mucho menos ganador. Los afortunados podéis verlos aquí, en el apartado, Semana 2.


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