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De un friki, para frikis
El resucitador
FINEl bueno de Juan nunca había sido muy listo. Se pasaba el día en el pequeño taller que había improvisado en el jardín de su casa, a la sombra de la misma encina bajo la que habían enterrado a su pobre madre. Siempre que yo pasaba por allí, el muy desdichado salía a saludarme, y me contaba entusiasmado que estaba construyendo un “resucitador”. Pobre muchacho, pensaba yo, malgastando su vida en algo imposible. Pero entonces vi aquella mano, huesuda, emergiendo de la tierra y meneándose en el aire hacia mí... Huelga decir que no me paré a devolverle el saludo.
El principio
Pero es su letra asesina la que da vida como ninguna; la que crea verdes bosques desencantados, princesas que no quieren ser rescatadas, castillos defendidos por dragones celíacos y caballeros con barras de pan como espadas. Es su letra la que, tal como crea, destruye, zanjándolo todo con una estocada indigesta y un punto al final.FIN
FINMagnicidio
Allí estaba mi objetivo, a dos pasos de mí, rodeado por su escolta de elegante etiqueta negra. Lo sentía por él, pero no tenía elección. Yo sólo era un títere sin autoridad, un peón entre gigantes, que debía obedecer. Pude sentir la fría mano de mi amo, empujándome entre su guardia. Asesté un golpe seco, implacable, mortal. El soberano cayó muerto a mis pies, ante la pasividad de su séquito. Nadie hizo nada por él, probablemente les había librado de un mal rey. Escuché la voz de mi amo clamando desde lo alto… <<¡Las negras pierden!, Jaque mate>>.